

Pero ocurrió, lo sabes. Estuviste en todos aquellos “Salones” como los llamaban, viendo tiendas, disfrazado contra tu voluntad “es para echar el rato” o, como tú suavizabas con timidez “haciendo el Friki”, mientras que decenas de padres, entre ellos quizás los tuyos, esperaban compungidos en bares, preguntándose por qué en un mundo sin Whatsapp, sin esperanza.
Todos aquellos individuos e individuas que te encontraste, que conociste, que amaste en esos ambientes ahora son solo espectros que, a tu alrededor, vuelan en ventisca y forman imágenes de puro horror que ahora rondan, arrastrando sus pies con sandalias de esparto del Decathlon, dentro de tu subconsciente. Oh, ¡será alguien que quiere entrar!
Oscuridad, y nada más.

El primer fantasma que nos muestra Virgilio es, por supuesto, El Increíble Señor con Un Punto Dao (en adelante EISCUPD). Este elemento ocupaba los primeros puestos de la jerarquía otaku, siendo responsable directo o indirecto de la organización en alguna de sus formas. Había algo en él que las militancias inferiores otakitas consideraban como digno de pleitesía, y que bien puede consistir en ese aire que tenía de haber estado “en el otro lado”. Es decir, de haber tenido un pie en el Diario de Patricia, o los dos. Sus orígenes nunca están claros, pueden hablar raro y normalmente, son diestros en algo pretendidamente “cool”, como enchufar una mesa de mezclas, ser juez de un concurso, o tener un fotolog. Entre sus logros más importantes tenemos la organización del Primer Salón del Manga de Villacascorro del Fangal, provincia de Andorra, y tener un messenger acabado en ".co.jp"
La singularidad del Increible Señor con un Punto Dao palidece ante uno de los sicarios otakus más perversos. Como todos los secuaces de baja estofa, el enteraíllo, suele ir en grupos y gusta de las técnicas de emboscada. Su misión es la de velar por el status quo de la jerarquía y probar que los nuevos aspirantes son dignos de acceder al primer círculo de acólitos. Entre sus ataques especiales, se encuentran la siempre peligrosa pregunta irrelevante y la temible aportación no solicitada, realizada siempre en pro de un desempeño superior del grupo, y de un bien común que solo existe en su imaginación.

Seguidamente, tenemos otro sujeto cuya existencia solo puede explicarse como consecuencia de aquellos años locos de Jpop y Charlestón. Hablamos, por supuesto, del cacamúsico, el cual solo o por grupos se encargará de amenizar las veladas del círculo de acólitos. El cacamúsico, más que por su oficio musical, destacará por su disponibilidad para tragarse marrones de toda índole, como pueden ser montar un escenario entero, desmontarlo, y realizar portes a diestro y siniestro, de forma discreta, tal y como enseñan en la aldea Ninja del Centro Reto. Sin embargo, todos estos trabajos serán siempre realizados de buen grado, pues el cacamúsico es, por naturaleza, bueno. En cualquier caso, y tal y como ocurre con algunas especies inferiores, su vida es limitada, y no tardará hasta volver al amable refugio que supone versionar canciones de Metallica.

En primer lugar, la diva total. Las divas totales adoptan formas humanas y guardan su verdadero nombre con sumo celo. Muchos eruditos creen que conocer el verdadero nombre de una diva total (p.e. Pili, Jose Antonio) proporciona un poder sobre él/ella capaz de desterrarlo a otro plano de existencia. Así, muchas de estas criaturas son solo conocidas por nombres tomados de series japonesas de los últimos 5 años. Estos curiosos seres tienen un poder de decisión implícito en la jerarquía otakil, ya que, si bien nunca manifiestan su opinión directamente, sus aspavientos y dramas pueden provocar un tsunami mediático que incline cualquier balanza a su favor, por ignoto e ilógico que sea el fin que persigan.

Muy similar y en cierto modo complementario a la Diva Total es La Chavala. Bien es cierto que La Chavala no será el único miembro femenino de la jerarquía, pero sus peculiares características harán que sea considerada una especie de hembra alfa dentro del grupo (en realidad, nótese que solo es necesario ser considerada una hembra). Este rol se extenderá al de macho alfa cuando en la manada no exista una contrapartida XY capaz de asumir dicho papel (la mayoría de las veces). La Chavala posee un abanico de poderes considerable; es diestra en el manejo de telas y pelucas, tiene una competencia en materia otaku que en ocasiones es digna de elogio y, sobre todo, posee unas habilidades sociales que rebasan los niveles propios de los miembros de la jerarquía. Tanto es así, que es capaz de mantener relaciones con gente de otros ámbitos. La Chavala nunca se enfrentará a un problema sola, y entre sus capacidades está la de invocar a 1d4+1 pagafantas dispuestos a dar la cara por ella, y que se manifiestan siguiendo la tabla de Encuentros Lamentables (EL) que a continuación reproducimos:
Situación | Tiempo de invocación |
La Chavala está en un Salón del Manga | 3 segundos |
La Chavala está en su casa | 3 minutoss |
La Chavala está en otra comunidad autónoma | 3 cuartos de hora |
La Chavala está de Erasmus | 3 gilipollas se van con ella |

Más perturbador que los temibles poderes de La Chavala resulta la audacia sin fin del Desinhibido. El Desinhibido es un elemento curioso, ya que su motivación fundamental no será el reconocimiento de sus méritos personales, o su dominio marcial en virulentos combates con churros de gomaespuma, sino más bien lo contrario; él quiere ser amado precisamente por esas pequeñas cosas que le hacen humano, Por tanto siempre eligirá disfraces que exalten precisamente ese rasgo físico o aspecto de su personalidad, como uno de los integrantes de la Asombrosa Patrulla XXL, el Joker versión Payaso de Comunión, Piccolo con un muñón, o la pera chunga esa de La Carrera Del Chollo.

Una de las consecuencias directas que los efectos que semejante paroxismo warholista creó en nuestra sociedad: la fotoyonki tocahuevos. La fotoyonki es, en su concepción primigenia, un individuo con una motivación muy clara: quiero hacerme fotos. Quiero hacerme fotos con todo. El. Puto. Mundo. La fotoyonki siempre contestará a cualquier petición de hacerse una foto con ella con una sonrisa de origen nervioso, acompañada por una pose que es capaz de provocar vergüenza ajena en un radio de 2,3 km. Normalmente van acompañadas de otras yonkis con la que compiten por ser las más inmortalizadas junto a personas que seguramente usarán esas instantáneas con aviesas intenciones, como por ejemplo venderlas a una mafia de fetichistas de las pelucas de Timor oriental.

No queremos acabar esta pequeña reseña sin antes pedir un minuto de silencio por El Novio Arrastrao, individuo lastimoso que, como suele pasar, solo quiere complacer y acompañar a su pareja con el simple deseo de agradar (e. g. follar). Normalmente suele identificarse por llevar una cámara de fotos con varios Teras de imágenes de su entusiasta cónyuge con desconocidos, una bolsa con merchandising cobrado a precio abusivo, y un disfraz accidental (una peluca, un chandal, una cintachapa), a su favor, es una de las pocas personas que no terminan de ver el atractivo en pasar el día en una especie de mercadillo en el que, además de precios astronómicos y un escenario casi siempre vacío con un micrófono que resuena como si estuviese dentro de las Minas de Moria, hay que pagar entrada. Desde aquí, te recordamos, pequeño mártir posmoderno.

Hasta aquí llegamos por hoy, y no pienses, lector que nos lees dicharachero y despreocupado, que esta información te mantendrá a salvo de estos individuos. Alguno de ellos aún acechan en las sombras, conspiradores de Fnac que, entre tebeos de tapa dura y blu rays, planean el fin de la humanidad. Puede que incluso tú, sin darte cuenta, hayas sido uno de ellos; atesorar este conocimiento, lanzar esta advertencia, ha costado muchos fin de semana perdidos, y sobre todo, mucha dignidad. Mantente alerta, y si alguien te dice que se compró una camiseta de Goku en el Behrska, desconfía. No olvidemos el pasado, pero miremos al futuro con optimismo, valor y esperanza. Sigamos pues adelante, como solo los seres humanos (y Vegeta) son capaces.
Buenísimo, me he partido el culo leyéndolo
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