En "Pacman ha muerto" no hemos querido dejar escapar la ocasión para despedirnos como ...

Hombre desarrapado, buenas noches... (contiene spoilers)


























 En "Pacman ha muerto" no hemos querido dejar escapar la ocasión para despedirnos como es debido del Doctor número once (o mejor dicho, trece).
Mucha era la controversia surgida a raíz de los incendiarios comentarios de su creador Steven Moffat, como aquellos en los que aseguraba que lo tenía todo planeado desde el principio y que ataría todos los cabos sin resolver de la era Matt Smith en este episodio de Navidad. Tras el visionado del episodio, descubrimos que suntuosas afirmaciones quedan cumplidas a medias, pues ni se han resuelto todos los misterios, ni las explicaciones dadas para aquellos que SÍ han sido resueltos, han sido del todo satisfactorias.

Ya adentrándonos en el episodio en sí, hay que destacar el tono del mismo. El episodio es ante todo, una celebración de la vida de nuestro onceavo Doctor, y sobre todo, una celebración a la era Matt Smith, y es este sin duda, el actor, el que sale victorioso del episodio a pesar de las evidentes taras narrativas y mitológicas. Y es que, mal nos pese, este episodio nos recuerda en todo momento el motivo por el que el actor abandona la serie: sus dotes interpretativas. Y es que las regeneraciones no dejan de ser dos caras de una misma moneda, ya que por un lado funcionan como bálsamo reparador y renovador para la serie, pero por otro, sirven de trampolín para determinados actores, y más en casos como estos, en los que el actor es joven, talentoso y con poca trayectoria cinematográfica. En la despedida del décimo Doctor, algunas frases parecían salir de boca del actor y no del personaje sí, pero de una forma muy sutil, pero en esta ocasión, nos encontramos con una despedida en la que las palabras parecían salir del corazón del propio actor de forma manifiesta a modo de agradecimiento, y costaba mucho discernir si el que hablaba era el Doctor once o el propio Matt Smith. Para enmarcar su discurso final, en el que aunque con aspecto joven, once hablaba como el viejo que ya era. Esta vez no solo era un joven con ojos de viejos, sino que sus frases, sus gestos, su tono, eran de alguien mucho más mayor de lo que aparentaba físicamente. Sea como sea, y aunque menos lacrimógeno, su despedida fue más que emotiva, y es que la tarea de Matt no fue nada fácil, ya que si ya es difícil de por sí sustituir al que para muchos es su primer Doctor, lo es más aún cuando este dejó una sombra tan alargada, como ocurrió con David Tennant. Pero Matt supo superarse día a dia y dejarnos a un Doctor más que carismático, que aunque no haya llegado a la altura del décimo, nos deja con el sabor en la boca de que si que podría haberlo sido en mejores manos, y es que once para mi será siempre ante todo "El Doctor desaprovechado".

Y es aquí precisamente donde toca criticar a Steven Moffat, ya que aunque reconozco que ha sido fiel a sí mismo y a todo lo que rodea al Doctor que nos propuso, presentándonos un episodio de despedida plagado de grandilocuencias y fuegos de artificio, como ha venido siendo habitual en toda su etapa, nos ha dejado unas cuantas explicaciones patateras para cosas que habían tomado, por decisión suya, más protagonismo del que se merecían en la serie. Pero lo más grave no es eso, lo más grave es la gran contradicción de conceptos en las que ha incurrido en este episodio, conceptos incluidos por él mismo, conceptos incluidos y desarrollados en el episodio del 50 aniversario de la serie, que no deja de ser al anterior. Y es que después de vendernos la idea, la detonante del gran giro de acontecimientos que sucedieron en dicho especial, que once se distinguía de sus antecesores en que no era ni un guerrero ni un héroe, sino un DOCTOR, tenemos que tragarnos con impasibilidad, como el Doctor que siempre tenía recursos, se queda 300 años en un pueblo ejerciendo como héroe y como guerrero, y lo peor aún, sin ideas, resignado. Es este y no otro el gran fallo de la despedida propuesta, y si fuese un fallo aislado no tendría tanta importancia, pero son demasiados ya los que acumula el amigo Moffat, el mismo que se desenvuelve de manera magistral en la serie Sherlock, pero que es incapaz de llevar con humildad y soltura sus labores de showrunner (no así como en los episodios aislados que hizo en su momento, donde lo hizo de manera sobresaliente) en la que es la mayor serie de ciencia ficción de la historia. Sus delirios de grandeza están convirtiendo la serie en un reflejo de lo que antaño era en las manos de Russell T. Davies, y es que a estas alturas no ha comprendido que, como bien dijo un compañero en internet, Doctor Who no necesita ser reinventada, ya que se reinventa a sí misma con cada nuevo Doctor. Esperemos que 2014 sea el año en que Steven Moffat abandona la serie y Mark Gatiss o Neil Gaiman toman el relevo de esta.

Por último, no podemos olvidarnos de la que es la primera aparición del amigo Peter Capaldi en la serie y que deja buen sabor de boca con su pregunta final. Esperemos que Capaldi, el chico que a los seis años mandaba cartas a los periódicos ejerciendo de buen fan de Doctor Who, pueda darnos un Doctor memorable a la altura de todos los que nos hemos encontrado hasta ahora en esta etapa moderna de la serie.

Dicho todo esto, solo queda dar las gracias a Matt Smith y desearle lo mejor en sus futuros proyectos, que seguro, darán que hablar. No olviden su nombre: Matt Smith.
Hombre desarrapado, buenas noches.

1 comentario:

  1. Gracias por compartir tus artículos y hacernos participes de ellos con nuestros comentarios!!!

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